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Isabel Durán

Savater, Nicolás y Bardem

Ha quedado meridianamente claro, cristalino, que los muertos de Irak son más muertos que las víctimas del terrorismo etarra para el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero

Eran aproximadamente las seis menos veinte de la tarde cuando hizo su aparición en la Plaza de Cataluña, José Alcaraz. Abarrotada hasta la claustrofobia, la plaza entera irrumpió en aplausos. El presidente de la Asociación de Víctimas del Terrorismo rompió a llorar como un niño, resquebrajada en segundos la entereza ante tanta emoción contenida al comprobar en carne propia tan incondicional y masivo apoyo por parte de quienes ni tan siquiera le conocen personalmente.
 
Era el inicio del reconocimiento de miles y mieles de personas, hasta el millón largo, dispuestas a desfallecer por culpa del calor tórrido e insoportable bajo un sol de justicia sin un hueco en el que tomar el aire debido al abarrotamiento de personas por metro cuadrado, en lo que iba a convertirse ya en la primera manifestación multitudinaria de la historia de apoyo a las víctimas del terrorismo con la particularidad de que, quiénes supuestamente les defienden desde el poder, tiran de talante pero sólo para con los verdugos. Ha sido la primera vez que la calle le saca los colores al socialismo de la sonrisa y el corazón hipócrita y mendaz con los más débiles y a quienes más le debemos todos.
 
Ha quedado meridianamente claro, cristalino, que los muertos de Irak son más muertos que las víctimas del terrorismo etarra para el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero. Es indiscutible que el Alto Comisionado para la Destrucción de las Víctimas del terrorismo proclama su obediencia debida al presidente cuyo encargo es también nítidamente repugnante. Hay un antes y un después para quienes se dicen dueños de la calle se arrogan la potestad de hablar en representación del pueblo. Ahora todo es transparente, publicidades ZP lo va a tener muy difícil. No se engaña fácilmente a quienes se ha pretendido dejar contra las cuerdas por ultraderechistas cuando todas sus armas son sillas de ruedas, ojos de cristal y sufrimiento contenido. Ha comenzado el oleaje popular anti-rendición ante los terroristas. Es imparable. Gafetero y sus socios independentistas tienen enfrente a un ejército de hombres, mujeres, ancianos y niños que pacíficamente, cargados con la palabra y la razón les han dicho NO.
 
Pero lo que más ha reventado al todopoderoso impero periodístico y a La Moncloa es la ausencia de incidentes de la jornada. Es tan aplastante el argumento de los manifestantes, tan demoledora su sola presencia en las calles de Madrid a pesar de la soledad mediática para la convocatoria y su obscena censura en el desarrollo de la manifestación, que esta vez sí que aunque jamás lo reconozcan, Rubalcaba y De la Vogue han tomado nota. Y la calle también. Por eso hubo quien gritaba: ¡Savater, Nicolás, Bardem ¿dónde estáis?. Con las víctimas desde luego no.

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